
LA EDUCOMUNICACION
La educomunicación en el nuevo siglo debería erigirse en un territorio imprescindible para la adquisición y confrontación de conocimientos. Es ya sabido que todo conocimiento se adquiere desde un pensamiento crítico. Un error habitual es llegar a creer que la información y la comunicación generan por sí mismas conocimiento o, como luego veremos, llegar a la conclusión de que el peso cuantitativo de unas u otras áreas curriculares puede influir decisivamente en los conocimientos que adquieran nuevas promociones de escolares.
La educomunicación “aspira a dotar a toda persona de las competencias expresivas imprescindibles para su normal desenvolvimiento comunicativo y para el desarrollo de su creatividad. Asimismo, ofrece los instrumentos para: comprender la producción social de comunicación, saber valorar cómo funcionan las estructuras de poder, cuáles son las técnicas y los elementos expresivos que los medios manejan y poder apreciar los mensajes con suficiente distanciamiento crítico, minimizando los riesgos de manipulación”.
De alguna manera, estamos hablando de compensar la falta de elementos que para el desarrollo de un pensamiento crítico existen en los diferentes niveles curriculares.
La educomunicación debería convertirse además en un territorio de vital importancia para atender a la sugerencia de Edgar Morin según la cual “es necesario aprender a navegar en un océano de incertidumbres a través de archipiélagos de certeza.
La educomunicación debería convertirse además en un territorio de vital importancia para atender a la sugerencia de Edgar Morin según la cual “es necesario aprender a navegar en un océano de incertidumbres a través de archipiélagos de certeza.
La clave estribaría en permitir acceder a un conocimiento pertinente que permitiera alcanzar un conocimiento de los problemas claves del mundo, explicar y hacer visibles conceptos como el contexto, lo global, lo multidimensional o lo complejo, fomentando una inteligencia general que despierte la curiosidad intelectual y la necesidad de hacer preguntas.
Cuando nos referimos a la educomunicación estamos haciendo alusión a un cruce de dos campos de indagación y producción de conocimientos (la educación y la comunicación) que encuentran familiaridad y se alimentan mutuamente, no solo a partir de las metodologías desarrolladas sino en cuanto a las potencialidades de intervención social que proponen.
Si bien puede sostenerse que la práctica comunicativa del ser humano no puede reducirse a su dimensión pedagógica, no es menos cierto que la comunicación humana, cuando motoriza la producción social de sentidos, compromete actos de enseñanza-aprendizaje y en consecuencia manifiesta una dimensión educativa. Por otro lado, si observamos las diversas situaciones educativas (tanto formales como no formales), y las teorías acerca del conocimiento, la transmisión y las funciones sociales de la educación nos encontramos con que el rol que le cabe a la comunicación no es menor, ni es un detalle. Tanto la educación como la comunicación son prácticas constitutivas y privativas de los seres humanos. Si nos referimos a las posibilidades de intercambiar sentidos con “los otros” o de enseñar a y aprender de “los otros” también podemos aseverar que la educación y la comunicación tienen otra particular característica. Son potencias humanas, de todos los individuos, sí, pero necesariamente necesitan del encuentro de más de un individuo. O sea, la comunicación y la educación son prácticas que sólo se justifican a la luz de un proceso de participación colectiva. Parece un detalle nimio, pero el solo hecho de estar alerta a este dato nos ayuda a reflexionar acerca de cómo no queremos legitimar nuestras prácticas, para que de esa negación surja más vigorosa una suerte de reconocimiento más cercano de los por qué y los cómo de las prácticas que sostenemos.
Si bien puede sostenerse que la práctica comunicativa del ser humano no puede reducirse a su dimensión pedagógica, no es menos cierto que la comunicación humana, cuando motoriza la producción social de sentidos, compromete actos de enseñanza-aprendizaje y en consecuencia manifiesta una dimensión educativa. Por otro lado, si observamos las diversas situaciones educativas (tanto formales como no formales), y las teorías acerca del conocimiento, la transmisión y las funciones sociales de la educación nos encontramos con que el rol que le cabe a la comunicación no es menor, ni es un detalle. Tanto la educación como la comunicación son prácticas constitutivas y privativas de los seres humanos. Si nos referimos a las posibilidades de intercambiar sentidos con “los otros” o de enseñar a y aprender de “los otros” también podemos aseverar que la educación y la comunicación tienen otra particular característica. Son potencias humanas, de todos los individuos, sí, pero necesariamente necesitan del encuentro de más de un individuo. O sea, la comunicación y la educación son prácticas que sólo se justifican a la luz de un proceso de participación colectiva. Parece un detalle nimio, pero el solo hecho de estar alerta a este dato nos ayuda a reflexionar acerca de cómo no queremos legitimar nuestras prácticas, para que de esa negación surja más vigorosa una suerte de reconocimiento más cercano de los por qué y los cómo de las prácticas que sostenemos.
MI OPINION
yo creo que es de mucha importancia tener una educacion completa ya que hoy en dia la menera de educar esta muy incompleta porque aveces no tienen la paciencia suficiente para enseñar ademas aveces falla mucho la comunicacion por eso creo que debemos dar mas de nosotros ya es que esas personas nos estan orientando para nuestro futuro, para que tengamos una formacion limpia y ademas ser personas profecionales por esto creo que si damos de nuestra parte todo mejora tanto la educacion y la comunacion y lograremos tener mucho mas conocimiento y seguridad al enfrentar todos los problemas de la vida.
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